Ni los buenos estuvieron de un lado, ni los malos del otro. Los hubo buenos y malos por ambas partes y también en cada combatiente alternaron en todo momento las tentaciones del mal y los ideales del bien. Si en ocasiones prevaleció el deseo de triunfar en la guerra, en otras, afortunadamente, se abrió paso el anhelo de acordar las condiciones de la paz sin vencedores ni vencidos. No se trata de satanizar a unos e idealizar a otros, se trata de entender las razones de todos y de ponernos a trabajar juntos como sociedad en la misma dirección de la convivencia pacífica y la construcción democrática.
¿Por qué tantos años de guerra y crueldad? ¿Por qué tantas víctimas y tantas hipocresías? ¿Por qué por tanto tiempo y con tanta obcecación hemos sido capaces de ver la brizna en el ojo ajeno y con tan poca hidalguía y auto crítica hemos sido capaces de reconocer la viga en el propio ojo?
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